Dios
(y la teología), el espíritu (y la filosofía) y el individuo (y la economía) le
ceden
el sitio al reagrupamiento. El hombre no está ya considerado
aisladamente (…) no hay que olvidar que éste procede de un
cuerpo social y que se materializa en él a su
vez.
Michel
Maffesoli.
Vaya paradoja la que el mundo nos
muestra hoy. Los fenómenos económicos y políticos tienden a convertirse en la
plataforma para dirigir y configurar a las sociedades modernas. Hoy, el llamado
gira en torno a una forma de ver al mundo, a sus necesidades y precariedades
centradas en un orden elemental diferente a lo que hasta el momento se entendía como
verdaderamente esencial. Ya se venía dando síntomas que nos invitaban a
analizar el contexto mundial en una esfera de cambios, matices y variabilidades
propias de este siglo. El llamado, al menos desde inicio del año 2020, ronda
alrededor del profundo viraje que lo político, lo económico y las relaciones
sociales imploran por concebir.
En estos momentos nos interpela el mundo en
cuanto a lo que resulta verdaderamente importante para la humanidad. No ha
podido misil alguno, fuerza armada en combate, municiones, armas, misiles ni
ninguna supremacía militar detener a tan acelerado e invisible enemigo.
Cientos de preguntas se pudieran expresar en
este momento, sin ánimos de buscar respuesta a todas y cada una de ellas. ¿Cuánta
inversión destinada a blindar los sistemas de defensa y protección armamentista
de las naciones? vs ¿Cuánta inversión para la actualización de sistemas de salud
aptos para tiempos de crisis? La crisis
nos muestra los elementos positivos de una determinada estructura, pero a la
par, nos muestra las grietas de un sistema. Karl Mannheim nos diría “hay que
aprender de la crisis”[1].
La realidad, es que surge la idea de visualizar un nuevo orden social. Ya no
visto como algo lejano. La tarea no es para las décadas siguientes ni para las
generaciones próximas. Tenemos que pensar hoy en un nuevo orden social. ¿Cómo haremos
frente ante los cambios de época que nos exige el mundo actual? Hoy el mundo está
llamando a pensar y reflexionar en un nuevo orden social. La sobrevivencia en
el mundo dependerá tanto de los seres vivos como de cada uno de los seres
humanos en su individualidad.
Hoy, el carácter de lo esencial, nos demanda a
encontrarlo en aquellas cosas que verdaderamente nos representan como sociedad.
Sin duda, un nuevo orden social se
manifiesta imperiosamente, en donde mi existencia depende si y sólo si, la
existencia del otro. Este nuevo orden nos exige cambiar la perspectiva con la
cual hemos visto al mundo. Pasar de ser sujetos que miramos una realidad ajena a
nosotros a observar con detenimiento. Es una invitación abierta a detenernos en
aquello que nos abruma, y desde allí, observar el mundo, observar mi realidad. Es
un cambio de perspectiva en cuanto al modo en cómo nos aproximamos a la
realidad, a la vivencia con el otro.
¿Qué implicaciones trae consigo un nuevo orden
social? ¿qué nos invita dicho orden a replantearnos, a modificar o a mantener
con relación al orden anterior? Cada nación, cada organización, cada sistema
económico o político está llamado a replantear dichas pautas de ordenamiento
que hasta hace poco tiempo resultaron el ABC de sus patrones de comunicación,
relaciones, pautas y modos de proceder. La invitación está abierta a aquellos
que deseen reorientar el rumbo en medio de la crisis o prepararse para el
próximo colapso. Nos toca, como humanidad, descifrar el código que nos da el
mundo.
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