Fragmentación en la relación pueblo-lider

Pareciera ser un hecho que el
venezolano, más que discusiones ideológicas o debates teóricos entre un modelo
de país, está en busca de respuestas directas, claras y verdaderas. La relación
directa que existió por casi quince años entre pueblo y líder ha cesado. Claro
está, se trata de un liderazgo distinto, con connotaciones distintas y con una
vinculación diferente en cada una de las áreas en las que se intente comparar.
La situación preocupa aún más, al reflejarse cada día, las claras diferencias
que existen entre las demandas del pueblo y las respuestas del ejecutivo. La relación
cada día entre pueblo-líder se fragmenta, se debilita y peor aún deja de
existir. El presidente Nicolás maduro parece no darle buena lectura a los
códigos que existen. No hay una respuesta oportuna a los problemas directos que
aquejan a la nación. Se intenta responder buscando culpables y, a la hora de
actuar, no existe una respuesta concreta que responda a las demandas de la
población.
Al hablar de crisis venezolana,
hablamos no solo de una crisis económica. Hablamos de una crisis en el
discurso, en los códigos, en lo simbólico y lo ideológico, en lo teórico y en
la lectura que se le está dando al momento histórico que atraviesa el país. La
ilusión de una revolución socialista ya no hace tanto ruido. Para los que nunca
creyeron en ella, esta situación es claramente una respuesta para decir “sabía
que esto no funcionaría”. Para los que creyeron en una verdadera revolución
socialista y en su clara posibilidad de lograrlo, este momento no es más que,
una respuesta para lo que no se debe hacer cuando de una revolución se intenta
hacer.
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