De la confrontación a la unificación

Colección Semanal #05

Si bien, sociológicamente hablando, los términos desconsuelo, pesimismo y angustia no sean los más correctos para hablar de la situación que aqueja a nuestro país Venezuela, si consideramos  rescatables esos términos en medio del caos, anarquía, desorden y desenfreno en la que se halla la republica de todos los Venezolanos.  A pesar de que el gobierno actual en Venezuela dice llamarse del pueblo, en la realidad se percibe todo lo contrario. Las demandas que aqueja la población  y más específicamente, las exigencias de los sectores populares, parecen no ser oídas por “el gobierno del pueblo”.

La lucha política en Venezuela, desde la modesta opinión de un joven universitario, pareciese una lucha poco inteligente. Una lucha sin estrategias a futuro, una lucha donde al final de día, los intereses económicos y políticos son lo que parecen marcar la pauta. A su vez, se refleja en el país, una lucha entre buenos y malos. Los oficialistas tildan de apátridas, imperialistas, pitiyanki, etc. al sector que lo adversa políticamente, entiéndase la oposición. A su vez la oposición tilda de incapaz, ineficiente, autoritario, totalitario, etc. al gobierno nacional.

En medio de este contrapunteo (entre oficialistas y opositores, entre fuerzas políticas que pareciera que buscan ferozmente ver quién gana el  botín de oro, entre una agenda que políticamente hablando tiene una razón pero socialmente le da la espalda a lo social) se encuentra el pueblo venezolano. Un pueblo que exige tan solo una vida tranquila. Una vida donde trabajando se pueda echar pa’ lante; donde los chamos puedan ir al colegio con un buen uniforme, con sus útiles escolares, con dinero para comprar algo en la merienda. El venezolano aspira a una vida donde salir a recrearse no signifique regresar temprano a casa por miedo a no llegar nunca más a ella; que la delincuencia no sea quien imponga la ley en la calle. El venezolano sueña con un país donde juntos nos miremos y sabiendo nuestras diferencias, nos unan nuestras esperanzas, nuestros deseos de crecer como nación. El venezolano espera que todos, sin excepciones, puedan comer sus tres comidas y que si le provoca algo durante el día, no tenga que limitar alguna comida para poder tener otra. 
Seguir hablando de lo que espera el venezolano, seguramente extenderá nuestras líneas un par de cuartillas más. 

Uno de los factores que han contribuido a vernos diferentes, si me permiten la reflexión, respetando la que muchos expertos y estudiosos ya han hecho sobre el tema, ha sido el creer que un solo sector tiene la razón y se justifican los medios para llegar al poder justamente por creer, que es lo bueno y lo justo. 

Si reflexionamos por un instante, en el ámbito político el cual nos concierna en estas líneas, la oposición no ve en el oficialismo un grupo político y social para debatir y discutir las ideas que los diferencian pero, que a su vez, seguramente también los unen. El oficialismo no ve en el opositor un venezolano, sino de entrada, es tildado como apátrida e imperialista por no defender la causa que ellos defienden. Pero, ¿Quién dijo que es el oficialismo el sector político que tienen la razón en un país con poco más de treinta millones de habitantes? ¿Qué nos hace pensar que es la oposición la alternativa de un cambio? ¿Es verdaderamente un cambio, o es por el contrario la búsqueda de un deseo unipersonal e individual de llegar al poder creyendo tener la razón? ¿Quién dice que los cambio siempre son favorable en todos los momentos y en todos los lugares? 

Más que preguntas aisladas, representan incertidumbres, caos y desorden que impregnan la mentalidad de un individuo. El simple hecho de creer que, la razón y la verdad puede ser tan razón y tan verdad para todo aquel que pueda tener un punto de vista, orienta a pensar que, existen verdades tanto como existan hombres sociales. Si desde todos los sectores del país, desde los grupos políticos que hacen vida en la nación, si desde los partidos políticos, agrupaciones políticas e incluso desde el mismo debate político, no se empieza a ver al otro, como venezolano, tanto como el que lo juzga; si no vemos que es tan venezolano el que se va como el que se queda en el país; tan venezolano el socialista como el liberalista; tan venezolano el que vive en el este de caracas como en El Tocuyo capital del municipio Morán, estado Lara, no superaremos la dicotomía patriotas/apátridas, oficialismo/oposición, chavistas/burgueses. 

Si de entrada no reconocemos esta concepción en la que, no hay más o menos venezolanos, ni la identidad y arraigo por una nación sea medida por la facción política a la cual se apoye; si valoramos más los elementos que nos hacen ser verdaderos venezolanos y no ver en la política nuestras diferencias, sino en lo social nuestras fortalezas, seguramente ya habremos cruzado un gran camino en lo que respecta al reconocimiento de todos los venezolanos por iguales. 
          


Link de imágenes:
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